Todo se remonta al 10 de agosto de 2005, comienza el viaje de nuestra vida. Para los de Alicante que viajen vía París ojo con el enlace que si vais muy justos de tiempo como nosotros, salimos de Madrid con retraso y tan sólo tuvimos 35 minutos para hacer el trasbordo y como pasamos por dos millones de controles llegamos cuando ya nos estaban llamando por megafonía.
Ese fue el primer estreeeeess que pasamos, así que si podéis, pedir el enlace con más tiempo. Salimos del aeropuerto de Charles De Gaulle, a las 18.55 y con llegada a Beijing a las 10.30 del día siguiente. El avión muy bien, era un Boeing 777-300ER, además nuevecito, se notaba. La duración del vuelo fue de nueve horas y media, se sobrellevó como se pudo. En el avión, conocimos a las 10 parejas que venían desde Valencia y claro rápidamente comenzó el contrabando de fotos y de información sobre las compañeras de orfanato de Triana, nuestra cada vez más cercana Princesa. En la pantalla de tu asiento se podía ver el itinerario del viaje y por donde ibas, a Beijing, el final de la primera etapa de nuestro viaje cada segundo estaba más cerca.
Llegamos a Beijing a la hora prevista y tras rellenar unos formularios, desembarcamos. En el aeropuerto nos esperaba Lucía, (por cierto un encanto), pero antes tuvimos que recoger las maletas, que sí que estaban, no hubo ninguna pérdida y salimos a buscar a Lucía. Nos llevó a comer y a cambiar dinero, no tiréis el resguardo del primer cambio porque luego os hará falta para cambiar otra vez a euros los yuanes que os sobren, si sobran. Fuimos a facturar para el vuelo hacía Nanchang y nos hicieron abrir muchas maletas, a nosotros, por suerte no, sobre todo las que llevaban líquidos o cristal y fuimos a embarcar en el avión que nos llevaría ahora sí a la meta final, Nanchang.
Lucía nos comunicó que la entrega sería en el hotel, que tendríamos tiempo de subir a la habitación y prepararnos para recibir a las niñas, pero sorpresa, sorpresa!!!! nuestro avión está averiado y no saben cuando podremos salir. El problema no éramos nosotros, sino las niñas que iban a estar en el hotel esperando no se sabía cuantas horas. Después de 5 horas de espera salimos rumbo a Nanchang en un avión un tanto sucio, con mucho calor y olor terrible, desando ya poder abrazar a Triana.
En Nanchang, nos recogió un autobús y nos llevó al hotel, las niñas ya estaban allí, llevaban más de 5 horas esperando, durante el trayecto intentamos aliviar tensiones, cada uno como podía, unos llorando otros riendo. Llegamos al hotel (Gloria Plaza), una pasada por cierto y bajamos corriendo para la recepción, allí vimos a un grupo de mujeres con niñas en los brazos que corrían por un pasillo las seguimos y fuimos a una sala de reuniones con una gran mesa. Las niñas estaban al otro lado, nosotros veíamos todas las niñas menos a la nuestra, eso nos pasó a muchos, que distinguíamos perfectamente a las demás y a la nuestra no la veíamos. Nos fueron nombrando por un número que te asignan de familia, éramos la familia 10, por fin la localizamos y enseguida nos llamaron, la recogió Sandra que todavía no ha podido explicarme que fue lo que sintió al tenerla en sus brazos. Fue todo demasiado estresante por lo rápido de la entrega. No pudimos preguntarle nada a la cuidadora, y del informe de la niña mucho menos, tan sólo nos dijeron que estaba malita con un poco de fiebre y con mocos, nos dieron unos sobres de polvos que estaban en chino y que se los teníamos que dar cada 8 horas. Sandra la tenía en brazos, Triana la miraba fijamente pero no lloró, yo sí, era la imagen más bonita que mis ojos jamás habían visto. Todas las niñas venían sedadas, se notaba. Subimos a la habitación y la lavamos, estaba sucia sobre todo las piernas. Tenía 40 de fiebre y no quiso comer, la acostamos pero estuvo toda la noche tosiendo.
Al día siguiente teníamos que ir al notario a pagar el donativo y demás papeleo, (todo lo tiene organizado la guía, Lucía), nos levantamos y la niña seguía con fiebre, 38.5. Triana a pesar de estar con fiebre se comió su primer biberón con nosotros, mas bien, lo devoró. Nos seguía mirando muy fijamente pero no nos extrañaba a ninguno de los dos, aunque he de reconocer que tiene un poco pasión de madre. En el notario muchíiiiiiiiiiiisimo calor, pero fue más o menos rápido y de ahí a comprar el carrito de las nenas. En el centro comercial Lucía preguntó al grupo si alguien quería ir a ver a un médico para las niñas que lo dijeran, nosotros decidimos ir ya que Triana seguía con mucha tos y fiebre. Cogimos un taxi y fuimos al hospital, bueno hospital por llamarlo de alguna manera, en urgencias no podía haber más suciedad, la gente fumando, escupiendo..., nos pasan con un médico que atiende y mira a las niñas, todo esto traduciendo Lucía porque el médico sólo hablaba chino, y nos dice que Triana tiene neumonía y que tienen que ponerle antibióticos. Subimos a la planta y el aspecto del hospital no cambiaba, era desagradable. Le estuvieron poniendo los antibióticos en sueros por la cabeza durante 3 días y al tercero dijeron que 2 más, a lo cual nos negamos y conseguimos que nos dieran unos sobres de antibióticos que se los dimos durante 4 días más y todo solucionado pero nosotros no podíamos ir más a ese hospital, era agotador, aunque nunca podré agradecer lo bastante tanto al médico como a todas las enfermeras, ya que se portaron de maravilla con nosotros y sobre todo con la niña, pero las instalaciones y la manera de actuar de la gente, escupiendo al lado de la cama de tu hija, o dejando que tu hijo haga puntería orinando en una palangana se nos hizo muy incómodo. Gracias a Dios, Triana está perfecta y nosotros también. Quiero darle las gracias a Lucia y a Jenny la guía de Nanchang, por todo lo que hicieron por Triana y por nosotros. Después supimos que un señor que nos acompañaba todos los días era el representante del CCAA en la provincia de Jiangxi, darle también las gracias por guiarnos en tan peculiar aventura.
Teníamos ganas de irnos, hacía un calor y una humedad, francamente incómodos y la mayoría de familias del grupo estaban o habían estado enfermos debido a esto, creo que era un sentir generalizado.
Aunque nunca olvidaré el olor de las calles de Nanchang y la amabilidad de su gente que se extrañaban a cada paso de vernos con ellas, el lugar más maravilloso del mundo, porque allí nos abrazamos la 1ª vez.
El vuelo de Nanchang a Beijing salió con 3 horas de retraso pero bien. Al despegar no puede evitar sentir que la estaba arrancando de “su sitio”, ese lugar de China, tan diferente ... y me invadió una sensación de profunda tristeza, a la vez de la alegría porque ya nos quedaba menos para volver a casa con nuestra niña. Llegábamos a la civilización y menuda civilización, impresionante, una ciudad supermoderna, limpia, y grande, sobre todo grande.
Ese fue el primer estreeeeess que pasamos, así que si podéis, pedir el enlace con más tiempo. Salimos del aeropuerto de Charles De Gaulle, a las 18.55 y con llegada a Beijing a las 10.30 del día siguiente. El avión muy bien, era un Boeing 777-300ER, además nuevecito, se notaba. La duración del vuelo fue de nueve horas y media, se sobrellevó como se pudo. En el avión, conocimos a las 10 parejas que venían desde Valencia y claro rápidamente comenzó el contrabando de fotos y de información sobre las compañeras de orfanato de Triana, nuestra cada vez más cercana Princesa. En la pantalla de tu asiento se podía ver el itinerario del viaje y por donde ibas, a Beijing, el final de la primera etapa de nuestro viaje cada segundo estaba más cerca.
Llegamos a Beijing a la hora prevista y tras rellenar unos formularios, desembarcamos. En el aeropuerto nos esperaba Lucía, (por cierto un encanto), pero antes tuvimos que recoger las maletas, que sí que estaban, no hubo ninguna pérdida y salimos a buscar a Lucía. Nos llevó a comer y a cambiar dinero, no tiréis el resguardo del primer cambio porque luego os hará falta para cambiar otra vez a euros los yuanes que os sobren, si sobran. Fuimos a facturar para el vuelo hacía Nanchang y nos hicieron abrir muchas maletas, a nosotros, por suerte no, sobre todo las que llevaban líquidos o cristal y fuimos a embarcar en el avión que nos llevaría ahora sí a la meta final, Nanchang.
Lucía nos comunicó que la entrega sería en el hotel, que tendríamos tiempo de subir a la habitación y prepararnos para recibir a las niñas, pero sorpresa, sorpresa!!!! nuestro avión está averiado y no saben cuando podremos salir. El problema no éramos nosotros, sino las niñas que iban a estar en el hotel esperando no se sabía cuantas horas. Después de 5 horas de espera salimos rumbo a Nanchang en un avión un tanto sucio, con mucho calor y olor terrible, desando ya poder abrazar a Triana.
En Nanchang, nos recogió un autobús y nos llevó al hotel, las niñas ya estaban allí, llevaban más de 5 horas esperando, durante el trayecto intentamos aliviar tensiones, cada uno como podía, unos llorando otros riendo. Llegamos al hotel (Gloria Plaza), una pasada por cierto y bajamos corriendo para la recepción, allí vimos a un grupo de mujeres con niñas en los brazos que corrían por un pasillo las seguimos y fuimos a una sala de reuniones con una gran mesa. Las niñas estaban al otro lado, nosotros veíamos todas las niñas menos a la nuestra, eso nos pasó a muchos, que distinguíamos perfectamente a las demás y a la nuestra no la veíamos. Nos fueron nombrando por un número que te asignan de familia, éramos la familia 10, por fin la localizamos y enseguida nos llamaron, la recogió Sandra que todavía no ha podido explicarme que fue lo que sintió al tenerla en sus brazos. Fue todo demasiado estresante por lo rápido de la entrega. No pudimos preguntarle nada a la cuidadora, y del informe de la niña mucho menos, tan sólo nos dijeron que estaba malita con un poco de fiebre y con mocos, nos dieron unos sobres de polvos que estaban en chino y que se los teníamos que dar cada 8 horas. Sandra la tenía en brazos, Triana la miraba fijamente pero no lloró, yo sí, era la imagen más bonita que mis ojos jamás habían visto. Todas las niñas venían sedadas, se notaba. Subimos a la habitación y la lavamos, estaba sucia sobre todo las piernas. Tenía 40 de fiebre y no quiso comer, la acostamos pero estuvo toda la noche tosiendo.
Al día siguiente teníamos que ir al notario a pagar el donativo y demás papeleo, (todo lo tiene organizado la guía, Lucía), nos levantamos y la niña seguía con fiebre, 38.5. Triana a pesar de estar con fiebre se comió su primer biberón con nosotros, mas bien, lo devoró. Nos seguía mirando muy fijamente pero no nos extrañaba a ninguno de los dos, aunque he de reconocer que tiene un poco pasión de madre. En el notario muchíiiiiiiiiiiisimo calor, pero fue más o menos rápido y de ahí a comprar el carrito de las nenas. En el centro comercial Lucía preguntó al grupo si alguien quería ir a ver a un médico para las niñas que lo dijeran, nosotros decidimos ir ya que Triana seguía con mucha tos y fiebre. Cogimos un taxi y fuimos al hospital, bueno hospital por llamarlo de alguna manera, en urgencias no podía haber más suciedad, la gente fumando, escupiendo..., nos pasan con un médico que atiende y mira a las niñas, todo esto traduciendo Lucía porque el médico sólo hablaba chino, y nos dice que Triana tiene neumonía y que tienen que ponerle antibióticos. Subimos a la planta y el aspecto del hospital no cambiaba, era desagradable. Le estuvieron poniendo los antibióticos en sueros por la cabeza durante 3 días y al tercero dijeron que 2 más, a lo cual nos negamos y conseguimos que nos dieran unos sobres de antibióticos que se los dimos durante 4 días más y todo solucionado pero nosotros no podíamos ir más a ese hospital, era agotador, aunque nunca podré agradecer lo bastante tanto al médico como a todas las enfermeras, ya que se portaron de maravilla con nosotros y sobre todo con la niña, pero las instalaciones y la manera de actuar de la gente, escupiendo al lado de la cama de tu hija, o dejando que tu hijo haga puntería orinando en una palangana se nos hizo muy incómodo. Gracias a Dios, Triana está perfecta y nosotros también. Quiero darle las gracias a Lucia y a Jenny la guía de Nanchang, por todo lo que hicieron por Triana y por nosotros. Después supimos que un señor que nos acompañaba todos los días era el representante del CCAA en la provincia de Jiangxi, darle también las gracias por guiarnos en tan peculiar aventura.
Teníamos ganas de irnos, hacía un calor y una humedad, francamente incómodos y la mayoría de familias del grupo estaban o habían estado enfermos debido a esto, creo que era un sentir generalizado.
Aunque nunca olvidaré el olor de las calles de Nanchang y la amabilidad de su gente que se extrañaban a cada paso de vernos con ellas, el lugar más maravilloso del mundo, porque allí nos abrazamos la 1ª vez.
El vuelo de Nanchang a Beijing salió con 3 horas de retraso pero bien. Al despegar no puede evitar sentir que la estaba arrancando de “su sitio”, ese lugar de China, tan diferente ... y me invadió una sensación de profunda tristeza, a la vez de la alegría porque ya nos quedaba menos para volver a casa con nuestra niña. Llegábamos a la civilización y menuda civilización, impresionante, una ciudad supermoderna, limpia, y grande, sobre todo grande.